Entre sus principales heterenimos se encunentran:
Álvaro de Campos
Entre
todos los heterónimos, Campos fue el único en manifestar fases poéticas
diferentes a lo largo de su obra. Era un ingeniero de educación inglesa y
origen portugués, pero siempre con la sensación de ser un extranjero en
cualquier parte del mundo.
Comienza
su trayectoria como un decadentista (influenciado por el Simbolismo), pero
luego se adhiere al futurismo. Tras una serie de desilusiones con la
existencia, asume una vena nihilista, expresada en aquel que es considerado uno
de los poemas más conocidos e influyentes de la lengua portuguesa: Tabacaria.
Ricardo Reis
El
heterónimo Ricardo Reis se define como latinista y monárquico. De cierta
manera, simboliza la herencia clásica en la literatura occidental, expresada en
la simetría, armonía, y un cierto bucolismo, con elementos epicúreos y estoicos.
El fin inexorable de todos los seres vivos es una constante en su obra,
clásica, depurada y disciplinada.
Según
Pessoa, Reis se trasladó a Brasil en protesta por la proclamación de la República
en Portugal, y no se sabe el año de su muerte.
José
Saramago, en El año de la muerte de Ricardo Reis continúa, en una
perspectiva personal, el universo de este heterónimo. Saramago hace
reencontrarse a Fernando Pessoa, ya muerto, con su heterónimo, que sobrevive a
su creador.
Alberto Caeiro
Caeiro,
nacido en Lisboa, fue la mayor parte de su vida un campesino casi sin estudios
formales (solo cursó la instrucción primaria), pero es considerado el maestro
entre los heterónimos (inclusive por el ortónimo). Muertos su padre y su madre,
se quedó en casa de una tía-abuela, viviendo de una renta modesta. Murió de tuberculosis.
También es conocido como el poeta-filósofo, pero él rechazaba ese título y
pregonaba una "no-filosofía". Creía que los seres simplemente son,
y nada más: se irritaba con la metafísica y cualquier tipo de simbolismo de la
vida.
De los
principales heteronimos de Fernando
Pessoa, Caeiro fue el único que no escribió en prosa. Alegaba que
solamente la poesía sería capaz de dar cuenta de la realidad.
Poseía un
lenguaje estético directo, concreto y simple, pero aun así bastante complejo
desde el punto de vista reflexivo. Su ideario se resume en el verso "Hay
suficiente metafísica en no pensar nada
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